Cuando veo los incidentes feos que se dan en las familias, pienso en lo fácil que resulta que estos incidentes queden grabados en la memoria de nuestros hijos y que impacten negativamente sus vidas. Estos sucesos van desde violencia doméstica, gritos, pleitos, divorcios, y muchas otras acciones que son producto de una vida sin Dios, pues aunque a veces queremos justificar lo malo que hacemos, lo cierto es que Dios no puede estar donde está el pecado, y esto incluye los celos, los pleitos, el irrespeto, la falta de sujeción de la mujer que muchas veces se da justificando la mujer que no se puede sujetar a un hombre que peca o que ha pecado. Sin embargo lo interesante de esto, es que sin tener la intención les estamos diciendo a nuestros hijos que así son las familias, aunque en palabras les decimos lo contrario, como alguien ha dicho "nuestros hechos, no les dejan escuchar lo que decimos".
Que bueno sería que nuestros hijos puedan tener los mejores recuerdos de su infancia y de todo el tiempo vivido en familia, que puedan transmitir a sus hijos lo que Dios hizo en su vida y en la de su familia desde su niñez.
Quiero compartirles una idea práctica, que quiero hacer esta semana con mis hijas. Invite a sus hijos a salir a la calle y recoger una piedra pequeña, todos en la familia deben hacerlo. Luego que cada uno coloque su nombre y si quiere la fecha, pida a cada uno (incluyendo los padres), que cuente algo que ha pasado en su vida y que es motivo de gratitud a Dios, quizás lo que digan los más pequeños sea algo sencillo. Todos deben ir colocando su piedra en el mismo lugar (una vasija o recipiente bonito), al final den gracias a Dios en familia por su fidelidad, así se ha construido un pequeño altar de gratitud a Dios. Así era en el antiguo testamento, el pueblo de Israel levantaba altares a Dios que les recordaban su fidelidad a través de diferentes circunstancias.
Los años podrán pasar, pero seguramente cuando sus hijos se hayan ido y le visiten con sus nietos, ellos podrán preguntar, que es ese montón de piedritas, entonces será el momento de repetir aquella historia que un día fue un motivo para dar gracias a Dios.
Usted puede agregar algo a la piedra que le permita recordar de que se trataba la historia. También puede hacerlo durante un mes, así habrán más piedras en el altar, más razones para dar gracias y más historias que contar acerca de la fidelidad de Dios.
Amadas hermanas, la iglesia tiene espacios para enseñar a nuestros hijos, pero el primer lugar donde se es llamado a formar a la niñez y a la adolescencia es el hogar, somos los padres los que debemos vivir, contar y repetir acerca de la fidelidad de Dios en nuestras vidas, haciendo partícipes de ello a nuestros hijos.
Dios les bendiga abundantemente.
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