No se turbe vuestro corazón; creed en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no fuera así, os lo hubiera dicho; porque voy a preparar un lugar para vosotros. Jn. 14:1-2
Siempre trato de tener algunas conversaciones profundas con mi hija Lissa y ayer fué uno de esos días en el que tuve la oportunidad para hacerlo. Estábamos viendo algunas fotos de cuartos porque le quiero arreglar el de ella y entonces me dijo ¿mamá porque hay gente tan mala que le va bien, y otra que es buena que le va mal?, yo le dije ¿porque me preguntas esto?, ella me dijo, porque por ejemplo, usted es una persona buena y mire no tiene una casa. Entonces yo le explique, que Dios tenía su momento y que ese momento era perfecto, que no se preocupara por eso, pues era más importante un hogar que una casa, además le dije que por estar en el ministerio nos tocaba una vida diferente, pero que nunca nos faltaría nada, pues eramos hijos del gran rey. Pero creo que esto no le convenció, me dijo, si fuéramos hijas de un rey viviríamos en un palacio y no en esta casa "fea", por lo que le dije que nuestra casa era un palacio en comparación al lugar donde muchos viven, que no viera a los que estaban arriba, tenía que ver a los que tenían menos, entonces se daría cuenta de que en realidad nuestra casa si era un palacio. Luego le dije que nuestra casa, la más hermosa, no estaba aquí, estaba en el cielo y seguramente iba a ser muy linda, había que procurar vivir en obediencia para que un día pudiéramos disfrutar de nuestro verdadero hogar.
Algunas reflexiones que saco de esta conversación:
1. La necesidad que tenemos de exponer a nuestros hijos a la realidad dura de muchas familias. Nos sentimos pobres o insatisfechos cuando vemos a otros que tienen más, o cuando por causa de la publicidad se crean en nosotros necesidades -que no podemos tener- y que en realidad son más deseos que otra cosa. En enero haré que mi hija pierda 3 días de su escuela y la voy a llevar a una comunidad de gente muy pobre, creo que ver que una familia entera vive en un cuarto, le ayudará a tener un corazón agradecido y a ver su casa como una mansión.
2. Creo que hay que enseñar a nuestros hijos acerca de lo que es realmente importante, si bien es cierto yo deseo una casa propia, el saber que mi esposo entraría al ministerio me hizo tener en mente la idea que ese deseo podía hacerse o no realidad. Pero también he aprendido que eso no es lo más importante, es importante que tengamos un hogar donde nuestras hijas se sientan amadas, donde vean el mejor ejemplo en sus padres y donde como familia aprendamos a honrar a Dios con nuestra forma de vivir.
3. Tener la certeza que nuestro destino final no es en esta tierra, todo esto acabará y un día estaremos con nuestro amado Salvador y Señor. Eso en verdad me da esperanza, me da fuerzas para seguir haciendo lo bueno, sin esperar reconocimientos de la gente, sin detenerme a escuchar murmuraciones o mentiras que siempre el enemigo pone para detenernos en nuestro deseo porque la obra camina, en este andar he aprendido a ser una mujer fuerte, saber lo que realmente deseo y lo mejor lo que Dios desea para nosotros, la certeza de que El Señor nos ha llamado a la mejor obra, El es nuestro jefe, no es la gente, es a El a quien servimos, es el quien mejor paga.
4. Aprender a vivir con gozo, con contamiento, y como bien lo decía Pablo, gozarnos en la abundancia y en la escasez. En esta navidad yo deseo manifestar mi gratitud al Señor, tengo lo que necesito, he sido bendecida con una familia, tengo el gozo de la salvación, sentirme amada por el Señor, reconocer mi identidad en Cristo y mi valor en El. Esto es más de lo que pedí.
En navidad celebremos con gozo la vida que nos ha tocado, con riquezas o limitaciones, con dificultades y alegrías, con aciertos y equivocaciones, pero con la mano de Dios llevándonos de su mano, seguros de que en el 2015 tendremos un año victorioso.
Dios les bendiga,
Karen Rosales
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