La desilusión es algo que la mayoría de las personas experimentamos, sufrimos desde muy temprana edad al sentir que otros nos fallaron, que no responden como creemos que deben responder o sencillamente que nos dañan. Estas desilusiones pueden ser desde cosas sencillas, que suceden en la adolescencia o cosas de mayor peso como la infidelidad u otras acciones que afectan las relaciones entre las personas.
Recuerdo un momento en particular en el que me sentí desilusionada, precisamente por esperar respuestas de las personas, que quizás nunca llegarían, me senté y lloré un rato delante del Señor en esa ocasión.
En la Biblia el tema de la desilusión es un tema que se plasma en la vida de muchos siervos del Señor, tal es el caso de el Profeta Elías, Jonás quien aún deseó morirse y también Ana cuando no podía dar a luz; todos estos hombres y mujeres que amaban al Señor, sintieron la desilusión al ver que las cosas no sucedían como esperaban o pensar que estaban solos en su lucha.
- En principio porque tenemos expectativas demasiado elevadas de los demás, pretendemos que respondan a nuestras exigencias con altos estándares, que no fallen, que no se equivoquen. Pero la realidad es que todos nos equivocamos, todos fallamos y aún sin quererlo quizás hemos sido los actores principales en la desilusión de otros.
- También sufrimos desilusión al poner nuestra esperanza en la persona equivocada, con solo el hecho de ser humanos, debemos entender que fallaremos y nos fallarán, poner por tanto nuestros ojos y nuestra esperanza en la gente es un error, es que ni siquiera nuestra familia puede garantizarnos todo. Nuestra confianza debe estar únicamente en El Señor, el no fallará, el responderá, el nos cuidará. Pongamos toda nuestra atención en Jesús, pues de él viene nuestra confianza, y es él quien hace que confiemos cada vez más y mejor. Hb. 12:2a.
Como vemos la desilusión es normal en la vida, nos cuesta entender que todos fallaremos a alguien y que el único que no falla es Dios, y aún así a veces podemos desilusionarnos del Señor porque queremos que responda en nuestro tiempo y en nuestra forma, si no lo hace es que nos falló. Pero vivir estas situaciones nos permite crecer y que nuestro carácter sea formado para perdonar, olvidar, tener buenas relaciones y sobre todo para depositar nuestra confianza en Dios. Esto significa dejar que el Espíritu Santo obre un cambio en nosotros, no se trata de cambiar a los demás o cambiar las situaciones dolorosas que nos tocará vivir, se trata de que cambie mi actitud frente al dolor y desilusión que experimentemos.
Se puede lograr enfrentar las desilusiones, claro que sí, la Biblia nos enseña que Dios no nos ha dado espíritu de cobardía para huir de las dificultades, más bien tener la certeza que Dios nos dió poder para luchar frente al que está interesado en que tengamos un corazón adolorido.
Amigas, frente a la desilusión ponga su confianza en El Señor, es el único que no va a fallarle y si una puerta se cierra, recuerde que a las hijas de Dios todo les ayuda a bien, una puerta que se cierra es sinónimo de otra que se abrirá en el tiempo y en la forma de nuestro Salvador, si lo hace habrá estado desilusionada pero nunca derrotada.
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